La primera vez que escuché esta frase me quedé muy extrañado.
Quizá para ti no sea nueva, porque te suene haberla oido antes. Si la estás descubriendo ahora, seguramente te has quedado pensando en su posible significado como me ocurrió a mí.
Lo cierto es que se trata de una expresión adorable.
Como responsable de un equipo o un proyecto, o incluso si hablamos de nuestra propia vida personal, tienes que tomar decisiones todos los días.
A veces son sencillas, pero otras veces se enquistan y no encuentras la manera de saber por dónde tirar. Todas las opciones parecen tener pegas importantes y es complicado elegir la menos mala.
Existen diferentes técnicas que puedes aplicar a la hora de tener que tomar una decisión, todas ellas sencillas y que seguro habrás podido probar.
Aquí van algunas:
Todas muy conocidas y no te estoy descubriendo la pólvora. Las habrás leído múltiples veces en webs o libros.
Sin embargo, hay una que yo utilizo muy a menudo, y que tiene múltiples usos: ayuda a tomar decisiones, a provocar ideas, a liberar estrés, a generar vitaminas y a poner ese culito duro ;)
(La verdad es que parece el anuncio de un charlatán que aparece en las películas del oeste con un tónico milagroso)
Lo que hago es calzarme las zapatillas y salir a correr o a pasear.
De hecho, en mi caso, para el estrés suelo correr y para todo lo demás, ¡a caminar!
Salir del despacho o de tu casa es más que recomendable. Ignoro las razones científicas que hay detrás, pero el cerebro se relaja, parece que se desbloquee, y empieza a soltar todo lo que llevaba acumulado en algún rincón que ni conocemos.
Este es el briconsejo de hoy. Si no lo has probado, te recomiendo hacerlo y, tras probarlo puedes compartirme tu opinión.
¿Salir a tomar el aire fresco y hacer ejercicio forman parte de tus rutinas o de tus válvulas de escape?
Puedes compartirlo y contar tu caso, ya que ayudarás cualquiera que lea este boletín seguro que se beneficia.
PD: hoy artículo cortito pero 100% de garantía en su efectividad (no se admiten devoluciones).
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